miércoles, 3 de diciembre de 2014

TIRÓN DE OREJAS DEL PAPA A LA CURIA ESPAÑOLA

TIRÓN DE OREJAS DEL PAPA A LA CURIA ESPAÑOLA

         Con la discreción y la firmeza de quién quiere servir bien a Dios y a los hombres, el Papa Francisco ha tenido que dar una lección a la curia católica española, y dar la respuesta que desde el Obispado de Granada y de la mismísima Conferencia Episcopal, no se daba al asunto de los abusos a menores.

         Digo bien al referirme a la curia y utilizar adrede esta expresión, pues una cosa es la Iglesia que está formada por todos los fieles, y otra es referirme específicamente a la jerarquía que la conduce y dirige, supuestamente actuando en nombre y representación de Jesucristo.

         Los fieles y creyentes llevan mucho tiempo recibiendo las regañinas, presiones y amenazas que desde los púlpitos lanzan los ministros de la Iglesia que los reprenden por no asistir a Misa y no manifestar los ritos y prácticas religiosas a las que están obligados. Pérdida de fe, debilidad de los creyentes que se dejan seducir por el pecado y el vicio del materialismo y libertinaje de la sociedad de consumo. Abandono de las costumbres y tradiciones, falta de presencia católica en al enseñanza, demagogia y laicismo de los políticos, incredulidad, etc…..,  son algunos de los cargos de lo que nos acusan. Todo es culpa de la gente, del pueblo, - como no -, y no tenemos derecho a opinar, ni reflexionar, ni discernir, ni pensar siquiera en las causas del porqué no se llenan las iglesias. ¿Somos realmente nosotros los culpables?, para la curia está claro que sí lo somos, pero cuando vemos que la actitud de muchos ministros de la Iglesia deja de ser irreprensible, cuando conocemos casos de abusos sexuales, casos de ambición materialista en el uso y disfrute de bienes de todo tipo (muebles, inmuebles, patrimoniales,..), cuando vemos que deja de primar en los predicadores los valores que ellos mismos deben tener dentro de una actitud ejemplarizante, cuando vemos a la Iglesia de España implicada en la política y sus sucios mangoneos y luchas de poder mientras no se dedican a socorrer la pobreza, ….., mientras todo esto pasa ante nuestros ojos, ¿cómo carajo quieren y pretenden que le escuchemos siquiera?, ¿cómo puede decirle un ladrón a un inocente que no robe?, ¿con qué autoridad le dice un pedófilo o un pederasta a los demás que no se dejen llevar por la lujuria ni por los pecados de la carne?. Y así podríamos seguir haciéndonos preguntas similares, que nos llevarían a concluir que la Iglesia se desmorona por sí misma por alejarse de su misión y encaminarse a ser más un poder fáctico que una congregación espiritual.

         Hay sacerdotes que son verdaderos servidores de Cristo y de Dios, y a esos se les nota enseguida su vocación y se les concede el máximo respeto por su conducta irreprensible e intachable. En su entrega, en sus palabras, en sus maneras, en su comportamiento, … etc. Y de la misma manera a los malos curas se les nota también, aunque pretendan ocultarlo o disimularlo. De manera que los fieles que no estamos cegados por el principio de obediencia a la autoridad tenemos la oportunidad de discernir cuándo estamos ante un cura bueno o un huevo podrido. A los buenos le conferimos y reconocemos todo su ministerio y su toda su fuerza en los actos litúrgicos, atribuyéndole plena validez a los signos externos y a la administración de los sacramentos, pero al huevo podrido no podemos por nuestra fé en Dios y en Cristo conferirle ningún crédito ni reconocerle ningún poder o autoridad, es más, no deberíamos dejarle ni pisar el altar de nuestras iglesias, -porque son nuestras, sabéis, de todos nosotros, no de ellos, aunque tengan las escrituras de propiedad en los cajones de sus cómodas-, no deberíamos llamarlos curas, habría que invitarles a que expíen sus pecados, se limpien de la podredumbre que arrastran, y entonces hemos de ser nosotros los misericordiosos con ellos y pedir al Señor su perdón.

Personajes oscuros, siniestros, que son más que conocidos en sus parroquias y en sus pueblos, de los que se sabe que se acostaban con feligresas, que eran unos embaucadores, que sacaban provecho propio de su condición de cura y de autoridad religiosa, que se pegaban buenas comilonas y llevan una vida de excesos, de los que se sospecha y rumorea que tienen hijos ilegítimos, que se escudaron en organizaciones tan poderosas como el OPUS DEI para guardar sus sucios secretos, curas que se marcharon del pueblo por levantar escándalos y que pasados los años vuelven a ellos cargados de títulos jerárquicos y honores, como si nada hubiese pasado. Así es nuestra Iglesia, así es la Iglesia que tiene que gobernar el Papa Francisco, con estos saurios son con los que tenemos que lidiar y negociar para tocar las puertas del cielo y ganar la gloria o para atizar las calderas de Pedro Botero y condenarnos para los restos.

Como la política y las instituciones políticas, nuestra curia católica está picada por la corrupción, y los huecos en los bancos de las iglesias es la respuesta de un pueblo cansado de oír las acusaciones y reprensiones de personas probadamente reprensibles. Hay tantas ovejas negras como pastores negros. Hay pérdida de fe porque no se puede creer ni confiar en nadie, porque muy pocos son los que ofrecen plenas garantías de ser ministros intachables y ser curas de los de verdad. El pueblo no tiene a lo que agarrarse, ni siquiera a la esperanza de hallar consuelo y fortaleza en la palabra de Dios, porque quienes se han encargado de transmitirla son manzanas podridas llenas de gusanos y sus enseñanzas son más para los demonios que para los cristianos. Por tanto a quién podemos recurrir en momentos de angustia, ¿a la Iglesia donde hay pederastas, abusadores, ladrones, egocéntricos, orgullosos, henchidos, avaros, mentirosos y falsos profetas?, viendo el panorama, para ahogar las penas más bien nos vamos al bar de la esquina.

Feria de las vanidades en las que el pueblo está siendo sometido al miedo, al imperio del terror. Si nos manifestamos en las calles nos dan palos, si denunciamos atrocidades somos enjuiciados y echados de nuestros trabajos, si abrimos el pico se nos quita el sustento, se nos aparta y se nos quita de en medio, si librepensamos se nos acusa y se nos difama, si gritamos se nos escarmienta, si alzamos la vista se nos amenaza. Esta es la situación en la que estamos inmersos, miedo, miedo y más miedo, miedo a decir la verdad, miedo a ver la mierda que nos cubre, miedo a reprender la injusticia, miedo a ser justos, miedo a ser honrados, miedo a ser irreprensibles, miedo a ser padres, miedo a socorrer a un hermano, miedo a ser solidarios, miedo a dar de comer, miedo a ser seguidores de Cristo. Desde los estrados, los púlpitos o los micrófonos no nos llegan más que amenazas y sensación de miedo, y nos achicamos cada vez más ante una partía de personajes inútiles que son los que nos acojonan y nos ponen contra las cuerdas. Ellos la hacen y nosotros la pagamos, bonito principio para la democracia o para la religión

Y se pasean tan tranquilos, con ese halo de impunidad e inmunidad propio de los poderes fácticos, con los ojos henchidos de prepotencia. Y se suben a los estrados y a los púlpitos con su semblante hipócrita como si no pasara nada, como quienes no han roto un plato, para repetir un discurso orquestado con el que tener al pueblo sometido. Y ya en la trastienda del congreso o las sacristías se quitan el disfraz y se fuman buenos cigarros mientras juegan una partida al tute donde quedan en las cartas el destino de nuestras vidas y de nuestras almas.


A todos estos hay que echarlos, quitarles el disfraz, y decir valientemente como lo ha hecho el Papa Francisco “la VERDAD es la VERDAD”. Que nuestras armas sean la verdad, la razón, la justicia y el evangelio, que nuestra bandera sea el color de nuestra tierra y de nuestro cielo, nuestro líder Dios, y nuestro enemigo todo aquel que nos diga lo que tenemos que hacer y ser, pero él no lo sea y no lo haga; esos nos la están pegando. ¡A las armas!.

jueves, 2 de octubre de 2014

FUNDAMENTOS DEL SEPARATISMO CATALÁN

Dentro de la maraña separatista y del tradicional sentimiento independentista del pueblo catalán, hay una urdimbre muy bien tramada y aprovechada por las élites de aquella región para lanzar a sus habitantes a reclamar una independencia que no tiene ningún proyecto de estado, ningún estudio de viabilidad, ninguna propuesta concreta. Cuando se votó la Constitución Española, a los españoles se les facilitó previamente un documento físico que recogía todos los artículos, todos los principios generales, los objetivos, los derechos y deberes de los ciudadanos, la estructura del Estado con los distintos poderes legislativo, ejecutivo y judicial,…..etc. En aquel referéndum se votó algo tangible y real, unas reglas y normas fundamentales de gestión y convivencia determinadas, que todos los españoles tuvieron tiempo de leer y sopesar los pros y los contras, así como sus consecuencias en su futuro. En aquella ocasión se sabía lo que se estaba votando.

¿Cuál habría sido la respuesta si en vez de hacer un referéndum sobre un texto constitucional concreto, se hubiese preguntado solamente a los españoles si querían o no una constitución?. Lo segundo huele a pregunta trampa, pues quién garantiza que una vez dicho que sí a una constitución, no hubiesen los poderes políticos impuesto el texto constitucional a medida de sus intereses, teniendo la potestad legitimada por las urnas de la soberanía nacional para ello.

Si van a plantear un referéndum para votar algo tan vital para el futuro de toda una región y de todos sus habitantes, que al menos les expongan en un documento escrito en lo que va a consistir lo que van a votar, las condiciones bajo las que van a estar sometidos, la forma en que puede ser viable, etc..

Se está hablando de un proyecto de nación, para el que no hay ningún proyecto. Se está pidiendo una decisión para la que no hay ninguna respuesta, ninguna garantía, ninguna seguridad de que lo se vote sea lo que se va a cumplir. ¿Qué clase de consulta o referéndum tan irregular es este?, ¿qué argumentos tiene el pueblo catalán para poder tomar una decisión tan trascendental?. Los tenía por más listos e inteligentes que todo eso, y más en el siglo que corre, pues es inaudito que se apruebe un proyecto que no está redactado, que no se conoce, que no está definido, que no se quiere explicar ni exponer si quiera. No me negarán que no huele a chamusquina.

La imagen de los catalanes que piden la independencia así a la ligera, con todos mis respetos, llega a ser hasta patética, y parecer una mera reivindicación sentimental inoculada muy hábilmente a la población para que la masa del pueblo sea el soporte de un hecho diferencial forzado hasta el extremo.

Las prebendas, fueros y privilegios que ha conseguido Cataluña a lo largo de su  historia mediante la amenaza y el chantaje no es nada nuevo. Su situación dentro de la geopolítica peninsular se lo ha permitido, en tanto en cuanto que constituyen el cierre fronterizo natural de la misma tanto por el Pirineo como por la parte de costa abierta a las rutas marítimas mediterráneas. Amenazando con intrigar contra el resto de las regiones peninsulares, bien mediante pactos con países enemigos o bien poniendo todas las trabas posibles dentro de su territorio (manipulando el mercado mediterráneo), querían conseguir lo que otras regiones tenían adquirido históricamente, como por ejemplo la Foral de Navarra y Aragón hasta el siglo XVIII. Dentro del esquema político-territorial de los Austrias (desde los Reyes Católicos hasta los Borbones), basado en un sistema polisinodial en el que aquellas regiones tenían altas prebendas de autogobierno, con Audiencias, Cancillería, Tribunales y Fueros con leyes propias, que aunque aceptaban la autoridad de la monarquía absoluta, les confería bastos poderes políticos. A este esquema heredado del proceso de unión de los distintos reinos hispánicos, quisieron unirse vascos y catalanes poco menos que con el uso de la amenaza, la presión, la fuerza y la sedición. Así aspiraban a gozar de lo mismo que Navarra, Castilla y Aragón. Las intrigas políticas de aquellas épocas son comprensibles en tanto que no existía una ley común para todos, teniendo que soportar Castilla el peso de costear los esfuerzos de guerra, tanto en lo económico como en soldados, del que otras regiones se excusaban y se beneficiaban. Quienes hayan navegado un poco por la historia de la Edad Moderna en España, reconocerá lo que apenas trato de contar aquí de forma breve, invitando al resto a que se instruyan en ello y lo comprobarán.

Un estado con una trama política muy complicada dentro del Antiguo Régimen, era la tónica común en todos los países europeos, - no se vayan ustedes a pensar que era un endemismo español - , pues ahí tenemos al Imperio Germánico con múltiples principados y príncipes electores, los Países Bajos, los Estados Italianos, Escocia y Gran Bretaña, Francia, etc...... Naciones todas ellas en proceso de construcción, de determinación, con frecuentes cambios de frontera envueltas en continuas guerras.

El caso es que en unas ocasiones las presiones, chantajes y sediciones de vascos y catalanes dieron pingües beneficios a estas regiones al conseguir salirse con la suya, y otras veces sus revueltas fueron sofocadas incluso por la fuerza.

La entrada de la dinastía borbónica tras la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII, fue cambiando el panorama político al instaurarse una serie de reformas que perseguían la instauración de una Ley común para toda la nación. Los Decretos de Nueva Planta abolieron los fueros y las leyes de Aragón, unificando la administración y el aparato burocrático del Estado. El modelo de Felipe V, tiende a una monarquía absoluta, que se gobierna desde el Consejo de Estado y sus secretarías. Se implantó lo que ya el Conde Duque de Olivares intentara tiempo atrás, un gobierno centralizado. A Olivares no le funcionó ni la Unión de Armas, lo que hizo que Castilla siguiera soportando el peso de la guerra y de la defensa de todo aquel imperio español en el que ya se iba poniendo el Sol.

El siglo XVIII fue de muchas reformas, aunque la pretendida unidad nacional no era plato de gusto de la aristocracia localista ni del alto clero, que se sentían amenazados por las reformas regalistas de Carlos III. 

El pueblo llano e incluso la burguesía incipiente eran ajenos a la alta política y a la lucha de poderes. Ignorante y hambriento, fueron los que derramaron su sangre en la defensa de la nación ante el invasor francés a partir de 1808. Así fue que, mientras las altas instancias políticas se sumían una vez más en el desconcierto y en la desunión por intereses divergentes y contrapuestos, con la presencia notable de más de uno que quiso aprovechar la tesitura para sacar partido propio (caso del propio valido Godoy pactando con los franceses un extenso señorío de la que se daba ya por perdida España), el pueblo español en unión de corazón, valor, solidaridad y patriotismo, se lanzan a la defensa de su tierra y de los suyos, entregando la vida en condiciones feroces de inferioridad ante la Grande Armée de Napoleón. Mientras las Juntas de Defensa y los proclives al invasor no se ponen de acuerdo en las altas esferas el pueblo va a una en la defensa, y tanto catalanes, vascos, asturianos, gallegos, manchegos, madrileños, extremeños, castellanos, aragoneses, andaluces, murcianos, valencianos….., protagonizan actos heroicos cuyos ecos resuenan por toda Europa y alcanzan al pueblo polaco que toma la respuesta del pueblo español como un ejemplo a imitar en un momento en que tienen allí al propio Napoleón sometiéndoles.

El siglo XIX comienza con un pueblo español unido, que será descrito por los viajeros románticos con todo su folclore y diversidad cultural. Pero de nuevo la división amenaza con ruptura a raíz de las guerras Carlistas. Ahora son españoles contra españoles los que se matan, y la nueva política liberal tampoco acierta a unificarse ni traer la paz. Comenzamos la era del bipartidismo, primero entre liberales y conservadores, luego monárquicos y republicanos, y finalmente continuarán a lo largo de todo el siglo XX entre los partidos de derechas y los de izquierda.

Es en esta ocasión, cuando el diferente nivel de desarrollo que alcanzan unas regiones y ciudades respecto a otras a consecuencia de la desigual distribución que ocasiona la tardía inmersión española en la Revolución Industrial, el momento  en que los grandes focos industriales se modernizan rápidamente en contraposición con las zonas rurales. Junto a su trepidante crecimiento, las oligarquías surgidas del empresariado y grandes propietarios capitalistas, impondrán políticas localistas y utilizarán su influencia para obtener mayores beneficios. La falta de una política nacional estable, favorece la descentralización impuesta por el modelo económico que además es dependiente también de los intereses e injerencias del capital extranjero.

Cataluña, aventajada por su posición mercantil, será una de las regiones españolas más favorecidas, y su carácter separatista renace con fuerza con la intención política de recibir pero no compartir riqueza. La ambición de la bonanza económica de la que goza forma unos aires de superioridad que se extienden y divulgan entre la población para impedir cualquier injerencia del Estado en sus intereses. Comienza así la campaña de creación de una identidad cultural de lo catalán. Proliferan los autores y los políticos que divulgan un ideario catalán, que se centran en presentar una lengua propia, unas costumbres propias, y un carácter propio que nadie en España reprocha, pues todas las regiones los tienen por igual.

Las oligarquías capitalistas y elitistas catalanas empiezan a generar los fundamentos del ideario independentista, basado principalmente en que España quiere arrebatar la riqueza que poseen y vivir a su costa. Bajo esta premisa que ellos intentan fomentar como amenaza para el pueblo catalán empiezan a fundamentar el sentimiento del pueblo catalán y forjar su carácter popular de “agarrados”, de querer que Cataluña no pague impuestos, que sus hijos no sean llamados a filas (se negaron en la Guerra de Marruecos), y gozar así de unos privilegios forales. En cambio no rechazan los planes estratégicos y las políticas que desde el Gobierno Central benefician Cataluña y su incipiente sector industrial, así como tampoco le hacen ascos a las fuertes sumas de dinero que invierte el Gobierno en infraestructuras y dotaciones de todo tipo.

La Guerra Civil (1936-39) también será aprovechada por los separatistas y velados acaparadores de las élites catalanas para sacar partido de la desgracia. Se dirigen a un pueblo herido, roto por el dolor, hambriento y desecho, para convencerles que sus heridas son culpa de España y de los españoles. Alientan el enfrentamiento, logrando que hasta el mismísimo Franco les conceda grandes beneficios económicos en una política desigual de fomento industrial, mercantil y comercial. Los Altos Hornos de Málaga y los astilleros andaluces son abandonados y desprotegidos por la política nacional a favor de los Altos Hornos de Vizcaya. De nuevo compensaciones políticas a costa de sumir en la pobreza a manchegos, extremeños, andaluces y murcianos, que son postergados a ser tierras para la producción de materias primas (alimentarias, metalúrgicas, mano de obra) con las que abastecer los grandes focos industriales y los puertos francos del Norte y del Levante.

La Historia de España demuestra que las amenazas sediciosas y separatistas de las élites catalanas siempre les han dado resultados ventajosos, aunque también algunos disgustos. Durante las últimas décadas han sido favorecidos por las políticas nacionales como centros industriales y estratégicos, y sus políticas pactistas han sido tan rentables que hasta el mismísimo Jordi Pujol ha podido hacerse una auténtica fortuna en dinero negro con el que rellenar todos los colchones de sus hijos, parientes, allegados y compromisarios.

Los fundamentos del separatismo catalán han sido en las últimas décadas la confrontación y la provocación en todos los campos: en lo político, en lo social, en lo cultural y en lo económico. Todo ello a base de imposiciones a los habitantes de la región, sean catalanes o no, de forma que el pueblo sea el sustento y los “tontos necesarios” o instrumentos con los que fundamentar y legitimar lo que no tiene fundamento por sí mismo. Se ha realizado un montaje impresionante en aquella región, tanto con el idioma catalán (impuesto en la enseñanza, en las administraciones y en la calle), un derroche de esfuerzo destinado a la provocación del resto de españoles, y encima para colmo con financiación y apoyo españoles a través de programas culturales. En cuanto analizamos con un poco de detenimiento todas las manifestaciones y medidas adoptadas por la Comunidad Autónoma de Cataluña, comprobaremos que mayoritariamente buscan la provocación (“España nos roba”, “los catalanes viviríamos mejor sin España”, “alimentamos a los vagos andaluces”,…….etc..). Un tono provocativo totalmente planeado y diseñado oportunamente para producir una respuesta en el resto de regiones españolas que, por lógica, surge en tono reaccionario contra el pueblo catalán. De esta forma, las críticas y contestaciones, e incluso pura animadversión que reciben los catalanes, son el combustible que retroalimenta su ruptura con los españoles. ¿Quién puede permanecer pasivo ante los comentarios vertidos desde las instituciones y los representantes catalanes que atacan y desprestigian sin fundamento a los andaluces?. – Que nosotros vivimos gracias a ellos, que ellos alimentan a España, que dicen basta ya,….. estamos tontos o ¿qué?.

Todo esto es un juego orquestado en el que provocan una reacción de desprecio y rechazo para así generar fundamentos de incompatibilidad, de tal modo que de la nada crean una necesidad irreconciliable de separarse.

A parte de este jueguecito de provocación, nos encontramos con un modelo de independentismo muy curioso, pues no se trata de una independencia total y absoluta, sino de una independencia en la que España les deje libres para decidir lo que quieren (autodeterminación), pero de la que pretenden seguir chupando (negociar sus condiciones), y querrán que seamos su mercado que le compre todo lo que produzcan. No quieren deberle ni entregarle nada a España, pero sí recibir de España. Sirva de ejemplo, la eterna pregunta que se repiten los españoles sobre si el Fútbol Club Barcelona es un equipo catalán que abandera, promueve y provoca movimientos y sentimientos independentistas, ¿por qué siguen jugando en la Liga Española?, ¿por qué los jugadores catalanes visten la camiseta de la Selección Nacional?, ¿no deberían ser consecuentes con ellos mismos?. Esta hipocresía ya constatada en la práctica de la realidad del día a día, es en lo que se quiere basar el independentismo catalán: - no quiero tus leyes, no quiero tu bandera, no quiero tus colores, pero sí quiero tus dineros -. Si de verdad quieren tanto esa autodeterminación, que rechacen las subvenciones, las ayudas, el patrocinio y mecenazgo, así como las inversiones españolas. Que no jueguen a la Lotería Nacional, que se salgan de la Liga Profesional de Fútbol Española, que sostengan de sus dineros sus propios hospitales, sus universidades y escuelas, sus centros asistenciales, sus cuarteles y ejército, su armada, sus puestos de observación y aduanas, ……., que renuncien a todo ello por ser producto español sostenido y mantenido por todos los españoles. Así podrán demostrarle a sus votantes y seguidores que son verdaderamente autosuficientes.

Lo gracioso y paradójico de todo este lío es que les está dando resultado. Siguen jugando a lo mismo que antaño, con otras formas y con otros agentes (medios de comunicación de masas, deporte, idioma, ….), y siguen sacando partido. Así que mientras el Gobierno de España ceda al juego por un miedo infundado e inoculado desde hace siglos, seguirán ganándonos la partida. Seguirán utilizando presiones para que los campeonatos de Fórmula 1 no se hagan en Jerez, pese a tener las mejores instalaciones y circuito para ello y pese a ser las preferidas por los pilotos y escuderías. Seguirán concentrando el tejido industrial llevándose continuos planes de reconversión, subvención y ayudas, en detrimento de otras regiones potencialmente más viables y con mejores salidas al mercado internacional. Seguirán pidiendo caprichosamente y a placer, como lo hacen los niños chicos al pasar delante de un kiosco de chuches. Y seguirán siendo cada vez más independientes aunque sea a costa nuestra.


Lo que se está llevando a un absurdo debate de leyes y jurisprudencia, es una pantomima con lo que se debe estar cociendo en los despachos, pues aún no he visto a ningún Presidente del Gobierno, ni Ministro, ni representante político que hable con la claridad necesaria para desmontar el chiringuito de las élites catalanas. ¿Es que nos falta inteligencia al pueblo español para abordar esta cuestión?, ¿es que no sabemos realizar un diagnóstico real de lo que está pasando y arrastramos ya desde hace tanto tiempo?, ¿no hay nadie en España que sea capaz de desvelar las verdades del barquero y poner las cartas boca arriba con la chaqueta remangada?. En vez de tirar del carro, preferimos que se pare y pelearnos por los pernos y clavos que tenga. Más que águilas somos buitres de nuestra propia carroña.

viernes, 28 de febrero de 2014

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE ANDALUCÍA


Hoy es el día de Andalucía, y aunque todos los andaluces sabemos lo que eso significa, -no quisiera pensar que para la gran mayoría es un día más de fiesta en el calendario laboral- , ¿sabemos qué significa "Andalucía"?, ¿cuál es el origen de este nombre?.

Pocas veces nos paramos a pensar en el origen de la toponimia y de los nombres propios, pasando desapercibidos preciosos detalles históricos y valiosas informaciones cargadas de una enorme y trascendental significación. Quizás actuamos con la cotidianeidad de que como nuestros mismos nombres propios nos los ponen nuestros padres porque les gusta, les hace ilusión, o por seguir una costumbre o línea familiar, pues no damos más importancia que la mera circunstancia o capricho al bautismo y nombramiento. Nos llamamos y consideramos andaluces porque hemos nacido y vivimos en Andalucía, región del Sur de la Península Ibérica, constituida por ocho provincias formando una Comunidad Autónoma, y Andalucía viene del árabe Al-Andalus, nombre que se nos dio con la conquista musulmana en el siglo VIII, y ya está, poco más, con eso es bastante - que diría la gente -, tenemos bandera, escudo e himno, y unas manifestaciones culturales singulares que nos identifican y encasillan.

Todos sabemos leer la grafía de las letras, y leemos y escribimos el nombre de Andalucía muchas veces al cabo del día, pero estamos dejando de leer más allá de las letras. La practicidad y la inmediatez instantánea se están imponiendo en nuestros sistemas y medios de comunicación. Recibimos y emitimos enormes cantidades de mensajes, con la inevitable y desapercibida pérdida de significados, de simbología y de toda carga emocional. Sólo los extremos fáciles de la chanza, la burla o el drama nos provocan una fugaz emoción de sonrisa, ironía o tristeza, tan breve como el tiempo que pasa entre recibir un whatsapp, contestar “jajajaja”, “jijijijiji”, “chao”, “ok”, y soltar el móvil para seguir en la rutina que estábamos.

El lenguaje y la comunicación es mucho más que letras y números, más que lo que nos enseñan en la escuela, más que internet, el periódico, la radio o la televisión. Comunicarse es una función vital del ser humano, y a mi corto y humilde entender, esa faceta vital la estamos descuidando, y la enfermedad que provoca no tiene cura, porque todo lo que se olvida deja de existir, y no hay jarabe ni pastilla para eso. Estamos tan pendientes de estar conectados, en guardia y permanente alerta a ese sonido que a todos nos acompaña, -resulta muy curioso: todos sonamos, todos emitidos musiquitas, y todos nos echamos mano sin querer queriendo al móvil en cuanto se oye el más mínimo pitido, aunque provenga del tío de al lado-, pues como decía, estamos en alerta y sin embargo hemos bajado la guardia y se nos cuelan los gestos de nuestros hijos, sus esfuerzos por llamarnos la atención, su desesperación por ser entendidos. Como la arena, se nos caen de entre los dedos, tantos y tantos momentos mágicos…….., miradas, complicidad, cariño, ternura, dolor, amor, admiración, alegría,……, ¿podemos percibir y emitir sensaciones sin que vayan acompañadas de alto impacto?, ¿es que sólo reaccionamos cuando las señales se emiten en grado superlativo?, …..escenas sangrientas, sunamis, accidentes multitudinarios, macrobotellones, festivales, cine en 3D, sonido en 5.1, …, ¿cómo nos tienen que hacer llegar los mensajes…, repitiéndolos como los anuncios?.

Deja de leer esto y mira a la persona que tengas más cercana, y a la que pase más lejos. Observa sus movimientos, sus gestos, su expresión,… capta su esencia, percibe su yo interior y conéctate a esa red. Haz una caricia a tu pareja, que es una sensación que ninguna tablet ni pantalla táctil te hará sentir por muy de última generación 4G que sea. Juega con tus hijos y sobrinos, con los niños, sé Peter Pan con ellos, y no el que le pone en carga las consolas. Toca las paredes, coge tierra del suelo, pisa un charco, arrúllate en la cama, mójate llorando….. y, luego, cuéntamelo, cuéntanoslo a todos intentando transmitir la mismas sensaciones que has vivido.

Y ahora coge un libro, que vamos a buscar el origen del nombre Andalucía. –porque no creas que te lo voy a dar todo hecho-. Voy a daros unas pistas, nada de discursos académicos.

La historiografía, desde hace muchos años, ha tratado de dar una explicación al término “Al-Andalus”, sin que al parecer se haya encontrado una que sea concluyente y definitiva. Los filólogos, arqueólogos e historiadores han manejado varias tesis que confluyen en tres grandes líneas de investigación:

Origen vándalo, derivado de los pueblos vándalos que habitaron la península en el siglo V,  "Vandalia",  "Vandalicia",  "uandalos". Defendida por acreditados arabistas como Dozy y Leví Provenzal, es a la que mayor crédito se le ha dado, a pesar de estar sujeta con pinzas y presentar unos argumentos un tanto rebuscados y forzados, sin prueba documental alguna por el momento.

Origen visigodo, que defiende la arabización de términos godos como "land" = tierra, y "hlauts" = sorteo de tierras conquistadas, que sumados sería "land hlauts" - (andalus?). Esta tesis es la menos sostenible por lo forzada, por la inexistencia de pruebas documentales, y porque queda claro que el origen germánico de sus autores y defensores influye bastante en su formulación. Se les ve el plumero.

  Y por último tenemos el origen atlántico, que curiosamente es la que más andalusíes y españoles defienden, y la que más argumentos documentados presenta, y sin embargo le cuesta abrirse camino en la comunidad científica. Su mayor defensor ha sido Juan Fernández Amador de los Ríos ("Antigüedades Ibéricas", publicado en 1911), gran filólogo e historiador, que se basó en afirmaciones de los cronistas medievales y andalusíes para explicar que se trata de una traducción al árabe del término griego "Atlántico", que cobra más verosimilitud con el trabajo del filólogo Joaquín Vallvé Bermejo, al recoger probadamente variantes de las voces "Atlas" y "Atalas" que serían "Andara" y "Andala", proviniendo de esta última el término "azirat al-Andalus" = (isla de al-Andalus) que a su vez sería "isla del Atlántico". En una cita de Amador de los Ríos explica: "... Atribuyen los autores andalusíes el nombre del Andalus que dieron a toda España a los atlantes por la transposición de la "n" y la pronunciación de la "t" como "d" al estilo ibérico (así en castellano de Senatus y Toletum se dice Senado y Toledo) por lo cual también llamaron islas Antilias a las Canarias por saber que eran dependencia de la Atlántida. Por la misma razón y creerlas restos de la Atlántida los descubridores de las islas del centro de América las dieron el nombre de Antillas ...".

De las tres tesis la que más visos de certeza y más argumentación va acumulando es la tercera, que además es la más racional de todas. Por otras muchas obras y referencias sabemos que la Atlántida de Platón se podría situar en el Sur de la Península Ibérica (costa gaditana), o en aguas Atlánticas muy próximas. Los vínculos con este topónimo son muchos, y culturalmente existen importantes líneas de investigación sobre los pueblos protohistóricos de la actual Andalucía, Tartesos, entre ellos. Por lo que, todo parece a apuntar, y así lo creo también después de indagar un poco en el asunto, que el término Andalucía está vinculado a los antiguos topónimos con los que nos han identificado siempre como cultura del Atlántico, de las Hespérides, o del Tártaro.

Espero haber transmitido una invitación a sumergirse en el maravilloso mundo de la investigación y la búsqueda, de la observación y la contemplación, de la interpretación con ese halo de misterio que mueve el espíritu a no dejar pasar una oportunidad de sentirnos conectados a una red mucho mayor que internet, la de nuestros orígenes.

Así que os animo a que cuando paséis por algún lugar, algún paisaje, algún rincón apartado, o ante algún viejete sentado en una piedra con el cigarro en la boca y la mirada perdida, que os preguntéis ¿por qué?, y lo transmitáis para que otros lo sepan y las cosas no se extingan en el olvido de la nada. Y por último, dejar de leer esto, apagar el ordenador, y entregaros a vuestros seres queridos, leer en sus rostros y hacerles un guiño de complicidad, porque ese simple, sencillo y humilde gesto hace más Andalucía que todos los programas políticos y estatuarios. Somos andaluces, atlantes, tartesos, íberos,…. somos herederos de un legado que nos une en el tiempo y nos vincula a amar nuestras raíces para que nuestra tierra siga siendo tierra de paz y libertad, tierra de paso y encuentro, solar de remanso, paraíso para vivir, y reposo eterno de quienes miramos algunas tardes a su atardecer. ¡VIVA EL BETIS MANQUE PIERDA!!!!

miércoles, 19 de febrero de 2014

LOS DUELISTAS

El próximo viernes, día 21 de febrero, se proyectará la opera prima de Ridley Scott, Los duelistas (1977), una de las mejores visiones del imperio napoleónico jamás propuestas por el cine. Al término de la proyección habrá una mesa redonda sobre el tema: "El cine y la reconstrucción histórica".



FICHA TÉCNICA:

Título original: The Duellists. Año: 1977. País: Reino Unido. Dirección: Ridley Scott. Producción: David Puttnam (Enigma Productions/NFFC). Guión: Gerald Vaughan-Hughes, basado en la novela The Duel, de Joseph Conrad. Música: Howard Blake. Fotografía: Frank Tidy (Color). Dirección artística: Bryan Graves. Vestuario: Tom Rand, James Wakely, Rita Wakely. Montaje: Pamela Power. Asesor militar: Richard Holmes. Director de esgrima: William Hobbs.  Duración: 96 minutos. Estreno en el Festival de Cannes: 31 de agosto de 1977. Estreno en España: 1 de junio de 1978.

REPARTO: Keith Carradine (D’Hubert), Harvey Keitel (Feraud), Albert Finney (Fouché), Diana Quick (Laura), Edward Fox (Coronel), Tom Conti (Doctor Jacquin), Cristina Raines (Adele), Robert Stephens (General Treillard), John McEnery (Húsar), Alan Webb (Chevalier). Stacy Keach (narrador)


SINOPSIS:


Durante las Guerras Napoleónicas, dos oficiales de Caballería del ejército francés, dos húsares llamados Gabriel Feraud y Armand D´Hubert, se enzarzan en un duelo intermitente e interminable que recorre distintos lugares de Europa, siguiendo el avance y el retroceso de las tropas del Emperador. Su rivalidad llega a convertirse en una auténtica leyenda, aunque ellos ya casi no se acuerdan del motivo de sus enfrentamientos, que una vez derrotado Napoleón van a continuar, esta vez de nuevo en territorio galo.

Si quieres conocer más datos técnicos y artísticos de la película pulsa aquí: IMDB


EL DIRECTOR:

Ridley Scott (South Shields, Inglaterra, 1937). Interesado desde muy joven por las Bellas Artes, Scott se labró un sólido prestigio como escenógrafo colaborando en la dirección artística de varias series de la BBC a principios de la década de 1960. A pesar de las buenas aptitudes para la realización demostradas con el mediometraje Boy in a Bycicle (1965) y en la serie policiaca Z-Cars (1966-1967), decidió dedicarse a la publicidad televisiva por cuenta propia a través de la “Ridley Scott Associates”, empresa que fundó con su hermano Tony, también futuro director de cine. En tan sólo una década fue capaz de dirigir, ambientar, fotografiar y montar más de dos mil anuncios comerciales que revolucionaron en gran medida el sector publicitario de la televisión y le hicieron ganar una fortuna. En esta empresa (todavía en activo) darían sus primeros pasos cineastas como Alan Parker y Adrian Lyne.

No obstante, Scott deseaba dar el salto a la realización cinematográfica. Convenció al productor David Puttnam para poner en pie Los duelistas (1977), alabada unánimemente por la crítica (obtuvo el premio a la mejor opera prima en el Festival de Cannes de 1977) aunque no tanto por el público, que a cambio se entusiasmaría con su siguiente producción, Alien, el octavo pasajero (1979), pronto elevada al estatus de “película de culto”, al igual que Blade Runner (1982). Las principales señas de identidad de Scott como cineasta han sido siempre la fuerza visual de sus películas, el esteticismo, su atención al detalle y a la escenografía. Director aparentemente frío, perfeccionista, visionario del cine (a él se debe la controvertida moda del “montaje del director”, o director’s cut, orientado al mercado de video), Scott ha ido alternando sonoros éxitos (Thelma & Louise, 1991; Gladiator, 2000; Hannibal, 2001) con decepciones y fracasos más o menos sonados (Legend, 1985; 1492. La conquista del Paraíso, 1992; El reino de los cielos, 2005), lo que, a la postre, le ha situado entre los realizadores más populares de las últimas décadas. Acaba de rodar en España la evocación bíblica Exodus, basada en la historia de Moisés, cuyo estreno está previsto para finales del año 2014.


LA PELÍCULA:

Dos oficiales del ejército napoleónico, François Louis Fournier-Sarlovèze y Pierre-Antoine Dupont de l’Étang (se cree que podría tratarse del famoso general Dupont derrotado en la batalla de Bailén por el general Castaños), sostuvieron treinta duelos a lo largo de veinte años por un motivo sin importancia. El escritor Joseph Conrad escuchó aquella extraña historia en un pueblecito de Francia y decidió novelarla bajo el título de The Duel (1908) alterando, eso sí, los nombres de los protagonistas. Así, Dupont se convirtió en Armand D’Hubert y Fournier en Gabriel Feraud.

El guionista Gerald Vaughan-Hughes escribió en 1975 un libreto bastante fiel al relato de Conrad. A Ridley Scott, que frisaba ya los cuarenta años, le gustó el guión y trató de convencer al productor David Puttnam para adaptarlo al cine. Tuvo que intervenir la productora americana Paramount para hacer realidad un proyecto que se suponía de cierta envergadura, pero dotado finalmente con un presupuesto muy bajo (900.000 dólares). Scott (que, por lo menos,  pudo trabajar con total libertad) buscó escenarios naturales que pudieran suplir la imposible construcción de decorados por la falta de dinero. Los halló principalmente en la Dordoña francesa (donde transcurrió la mayor parte del rodaje) y en las Highlands de Escocia (en los Montes Cairngorms se rodó la secuencia de Rusia). El rodaje abarcó parte del otoño e invierno de 1976-1977, casi siempre en días lluviosos y fríos.



El director siempre ha reconocido que se inspiró en el Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick para filmar su película, lo cual se evidencia perfectamente no sólo en el tratamiento naturalista de la luz ambiental y en las composiciones pictóricas (algunas de una belleza sublime, sin efectos visuales), sino también en el minucioso trabajo de ambientación histórica. Todo en esta película transmite autenticidad: los uniformes (confeccionados en Italia), los sables (fabricados ex profeso), los peinados, las viviendas (auténticas),  los usos y modales de la gente… Puede decirse que hasta lo más pueril  adquiere relevancia en cada uno de sus meditadísimos encuadres.

Pero la recreación de época va más allá de lo aparente. Estamos, o eso dicen los entendidos, ante la mejor película jamás rodada sobre la Francia napoleónica y sus contradicciones, bien representadas por los protagonistas: D’Hubert, culto, elegante, racional, intuimos que de origen aristocrático, sirve con lealtad al emperador, pero sabrá adaptarse a la restauración monárquica posterior a la caída de Napoleón; mientras que Feraud, un hombre iracundo y violento, parece provenir de una clase inferior y es un bonapartista a ultranza porque el imperio le ha permitido adquirir un estatus social mediante su promoción en el ejército. Ambos simbolizan el esplendor de Napoleón (un ejército arrogante y avasallador), su paulatino ocaso (la catastrófica retirada de Rusia, filmada con gran realismo) y su caída final (los bonapartistas declarados, como Feraud, quedan marginados socialmente o son perseguidos por el ministro Fouché).

Este antagonismo confiere a su duelo un carácter simbólico: un bonapartista apasionado, un hombre del pueblo, frente a un aristócrata pragmático más fiel a sí mismo que a ninguna otra causa. Entre medias,  una mirada reflexiva acerca de conceptos tan difusos como el honor y la valentía, matizados por la mirada crítica de un D’Hubert entregado, pese a todo, a un duelo que considera incomprensible y absurdo.



Muchas lecturas subyacen tras las disputas, los sablazos y el odio disfrazado de código caballeresco de estos personajes excepcionalmente bien interpretados por Harvey Keitel y Keith Carradine, dos actores americanos elegidos por Scott de entre una lista de cuatro como condición indispensable de la Paramount para financiar el rodaje. Considerada una película de culto, con Los duelistas Ridley Scott dejó encandilado a Sandy Lieberson, un directivo de la Fox en Londres , que poco después le ofrecería la dirección de  otro filme de culto: Alien, el octavo pasajero (1979). Y luego, como si hubiera planificado a propósito una especie de “trilogía de culto”, vendría nada menos que Blade Runner (1982)… Pero esa es otra historia.


¿SABÍAS QUE…

…Ridley Scott renunció a su sueldo y hasta se ofreció a pagar de su bolsillo los gastos que excedieran del presupuesto con tal de poder dirigir la película?
…Scott pensó en los actores británicos Oliver Reed, Michael York y Terence Stamp para los papeles?
…En la escena del duelo en el establo se recubrieron las paredes con mallas metálicas conectadas a una batería eléctrica para que saltaran chispazos cuando los sables (auténticos) chocaran con ellas, lo cual provocó varias descargas a Harvey Keitel?
…Que el especialista en esgrima, William Hobbs, supervisó los duelos a espada de películas tan conocidas como Excalibur (1981), Cyrano de Bergerac (1990) y Rob Roy, la pasión de un rebelde (1995)?
…Hubo que proteger las pistolas del duelo final, verdaderas y valiosas antigüedades, colocando mantas alrededor de Harvey Keitel para evitar que se rompieran cuando éste las arrojara al suelo?
…Ridley Scott no supo del origen real de la historia de los duelistas hasta que se la contó el alcalde la localidad francesa de Salt, donde al parecer se batieron los duelistas históricos?
…Que Albert Finney aceptó el breve papel de Fouché a cambio de una caja de champán francés?






TERCERA PROYECCIÓN EN NUESTRO CICLO SOBRE "CINE E HISTORIA"

Nos vemos en la Casa de la Cultura de La Carolina el próximo viernes, día 21 de febrero, a partir de las 19:00, para disfrutar de Los duelistas (The Duellists, 1977), de Ridley Scott, la historia de dos oficiales del ejército francés enzarzados durante años en un duelo personal con el imperio de Napoleón como trasfondo histórico.



sábado, 8 de febrero de 2014

Contra los nacionalismos. Una réplica a P. Ramos

Las recientes excarcelaciones de etarras y delincuentes diversos ha abierto un debate e incluso una brecha en distintos sectores de la sociedad. Desde Europa se considera ilegal la aplicación de la “doctrina Parot”. El sistema penitenciario español contempla una pena máxima de 30 años de cárcel para todos los delitos cometidos. A partir de este momento, un preso puede reducir su condena por diversas cuestiones (buen comportamiento, etc.).

No obstante, con el etarra Parot se cambió la ley con carácter retroactivo y se estableció que estas rebajas de condena se harían sobre la condena total de años, no sobre la máxima establecida de 30 años. Europa ha considerado ilegal esta ley, de ahí que hayan salido a la calle convictos que no han cumplido ni siquiera la totalidad de esos treinta años.

         Ahora el debate está servido: la necesidad de cambiar la legislación para que determinados individuos considerados muy peligrosos para la sociedad no estén en la calle o, por el contrario, acatar la ley asumiendo que ese exconvicto ha cumplido su pena por el delito que cometió y esperar que sus anteriores actos no se repitan.

        En el comentario de mi compañero creo que se comete el error de generalizar una parte por el todo. Asi, se ha asimilado el Pueblo Vasco con la organización terrorista ETA. Si bien todos en el conjunto del pueblo español hemos sufrido las consecuencias de atentados y muertes, más doloroso ha sido aún para los vascos, que además de la violencia física han tenido que padecer la represión y el miedo durante muchos años y en su propia tierra. Y creo que todos hemos estado unidos ante esta lacra; recuerdo cómo muchos de nosotros salimos a la calle y lloramos por el asesinato de Miguel Ángel Blanco, manifestación considerada actualmente una de las mejores expresiones de la unión del pueblo español ante las atrocidades del nacionalismo extremista y sanguinario de ETA.

         Y precisamente esa actitud extrema es la que hay que combatir. Cada comunidad tiene sus propias características culturales, lingüísticas, idiosincráticas, su propia “especificidad” que no la excluye del conjunto, sino que la enriquece aún más. Habrá que subsidiar actividades siderúrgicas vascas, mineras leonesas o a los jornaleros de Sierra Mágina, que con sus peonadas en la recogida de la aceituna en Jaén, de espárragos en Navarra o de la uva en Francia no ganan lo suficiente para comer el resto del año.


         Vivimos en un momento de crisis en el que, más que nunca, tenemos que tener la “cabeza fría” para pensar tranquilamente y no dejarse manipular por distintos intereses, políticos, religiosos, etc. Hay que buscar mecanismos que nos permitan luchar contra por las injusticias sociales y atropellos legales que sufren muchos de nuestros congéneres. Si nos lo proponemos, tal vez lo consigamos, como los pequeños logros que se están alcanzando contra los deshaucios, o el reciente éxito del barrio de Gamonal. Pero repito, si criticamos los peligros de los nacionalismos, no cometamos el error de caer también en ellos. 

lunes, 3 de febrero de 2014

SER O NO SER

El pasado 24 de enero, dentro del ciclo que dedicamos al cine histórico, tuvo lugar la proyección de “Ser o no ser”,  un clásico del cine norteamericano dirigido por Ernst Lubitsch. En esta ocasion, la mesa redonda posterior a la proyección giró en torno al tema: “¿El cine cambia la Historia?”






FICHA TÉCNICA:

Título original: To be or not to be. Año: 1942. País: Estados Unidos. Dirección: Ernst Lubitsch. Producción: Alexander Korda y Ernst Lubitsch (United Artists). Guión: Edwin Justus Mayer, sobre un argumento de E. Lubitsch y Melchior Lengyel. Música: Miklós Rózsa, Werner R. Heymann. Fotografía: Rudolph Maté (B/N). Decorados: J. McMillan Johnson, Julia Heron. Vestuario: Irene. Montaje: Dorothy Spencer. Duración: 94 minutos. Estreno en Estados Unidos: 6 de marzo en 1942. Estreno en España: 19 de diciembre de 1970.
REPARTO: Carole Lombard (María Tura), Jack Benny (Josef Tura), Robert Stack (Teniente Stanislav Sobinski), Felix Bressart (Greenberg), Stanley Ridges (Profesor Siletsky), Sig Ruman (Coronel Erhardt), Lionel Atwill (Rawitch), Tom Dugan (Bronski), Charles Halton (Productor Dobosh), Henry Victor (Capitán Schulz).

SINOPSIS:

Polonia, año 1939. El inicio de la Segunda Guerra Mundial afecta a la programación de la compañía teatral Tura, especializada en obras de Shakespeare y que ve prohibida su pieza “Gestapo”, y separa a su primera actriz, María, de su admirador, el teniente Sobinski. Meses después, el profesor Siletsky, agente doble, intenta desmantelar la resistencia en Varsovia; los miembros de la compañía tendrán que eliminarlo, suplantar a la Gestapo alemana y al mismo Führer para conseguir desbaratar sus planes. Para ello recurrirán a sus dotes interpretativas, confundiendo a la propia policía alemana.


EL DIRECTOR:

Ernst Lubitsch (Berlín, Alemania, 1892-Los Ángeles, Estados Unidos, 1947). Berlinés de origen judío, Ernst Lubitsch se introdujo en el teatro de la mano del director austriaco Max Reinhardt, quien, a su vez, le dirigiría en su primera película como intérprete, Meyer Auf der Alm (1912). En 1914 asumió la dirección de la comedia Fräulein Seifenschaum, y pronto alcanzó la fama en  Alemania, donde, aparte sus comedias, destacaron sus elegantes y a la vez espectaculares evocaciones históricas Madame DuBarry (1919), Ana Bolena (1920) o La mujer del faraón (1922). Su destreza para las escenas de masas pronto llamó la atención de Hollywood, que le convenció para ponerse al frente de Rosita, la cantante callejera (1923), con Mary Pickford. Ya no abandonaría Estados Unidos, donde daría lo mejor de sí mismo, especialmente durante los años treinta, la época dorada de la comedia americana que hicieron posible cineastas como Frank Capra, Howard Hawks, Leo McCarey o el propio Lubitsch. Excelente director de actores, trabajó con gente tan variopinta como Greta Garbo, Pola Negri, Emil Jannings, Marlene Dietrich, Maurice Chevalier, Gary Cooper y un largo etcétera. Vinculado durante años a la productora Paramount (de la que llegó a ser jefe de producción entre 1935 y 1936), Lubitsch impondría en películas como El teniente seductor (1931) o La viuda alegre (1934) un modelo narrativo basado en la elipsis, la sofisticación, el deseo sexual y el afán de riqueza aludidos como metáforas, los ambientes desenfadados, la velocidad; ese famoso y legendario “toque Lubitsch” que crearía escuela e influiría, por ejemplo, en la obra de Billy Wilder (guionista suyo en dos películas). Títulos tan brillantes y admirables como Ninotchka (1939), con Greta Garbo, El bazar de las sorpresas (1940), con James Stewart, Ser o no ser (1942) y El diablo dijo no (1943) transmiten algo tan sencillo y universal como  amor por la vida, pero también ternura hacia los seres humanos y en ocasiones una crítica política (sutil o explícita) enmascarada tras la sátira… Quizás porque, después de todo, tras su apariencia de bon vivant alegre y hedonista se ocultaba, en el fondo, un escéptico optimista. 

Si quieres conocer más datos técnicos y artísticos de la película pulsa aquí: IMDB


LA PELÍCULA:

Apenas habían pasado dos años desde la invasión de Polonia por la Alemania de Hitler  (en 1939) cuando Lubitsch rodaba en Hollywood Ser o no ser. Era, por lo tanto, un tema de rabiosa actualidad. La idea del argumento (una troupe de humildes actores polacos involucrados por azar en la resistencia antinazi) se la proporcionó a Lubitsch el escritor y guionista de origen húngaro Melchior Lengyel (de verdadero nombre Lebovics Menyhért), inspirador asimismo de Ninotchka (1939), uno de los mayores éxitos del realizador alemán. A partir de la idea inicial de Lengyel, Lubitsch desarrolló con el guionista Edwin Justus Mayer una sátira hiriente y aguda contra el ideario nazi. Sin embargo, a los sectores políticos más conservadores de Estados Unidos no les gustó que otra película americana (primero fue Chaplin con la demoledora El gran dictador, en 1940) ridiculizara a un Estado, Alemania, que no era considerado oficialmente como enemigo por parte de un país aún neutral (ni siquiera se había producido todavía el ataque japonés sobre Pearl Harbour). Por si fuera poco, se acusó a Lubitsch de frivolizar sobre un asunto tan serio, y de futuro tan incierto, como el de la opresión alemana sobre Polonia. Al estrenarse la película en 1942, Estados Unidos ya había declarado la guerra a Japón y Alemania, al tiempo que Hollywood se volcaba en la causa bélica mediante el rodaje de películas propagandísticas y el alistamiento en las Fuerzas Armadas de muchos miembros de su star system, pero ni por esas se reconoció la labor de Lubitsch.


Cuando el mundo tuvo conocimiento pleno del horror nazi, del holocausto, de la triste realidad de una Europa devastada y desmoralizada por la guerra, comenzó la reivindicación de Ser o no ser como obra maestra del cine y como película adelantada a su tiempo por la utilización de la sátira como herramienta crítica. Se comprobó que bajo la máscara de la comedia, de la parodia, de la burla, subyacía un rechazo frontal al nazismo y a cuanto representaba, erigiéndose en alegato contra la intolerancia. Era lo lógico tratándose de un realizador judío que declara sus intenciones empleando a un actor también judío (Felix Bressart  en el papel de Greenberg) para recitar en los pasillos de un teatro al Shylock de Shakespeare delante de los soldados alemanes  en una de las escenas más emotivas de la película.

Pero Ser o no ser es mucho más que un inteligente manifiesto contra el nazismo. Es también la típica historia de Lubitsch (sutil, nada declamatoria, vitalista y divertida) sobre triángulos amorosos (Carole Lombard, deslumbrante en el papel de María Tura, flirtea con un joven militar a espaldas de su egocéntrico marido). Es asimismo un homenaje al  mundillo del teatro (del que provenía el propio Lubitsch), la historia de una representación ficticia que termina siendo auténtica (la de esos actores que inicialmente ensayan una obra sobre la Gestapo y se ven inmersos en un constante “ser o  no ser” cuando han de enfrentarse con los alemanes) y, quizás por encima de todo, un homenaje a quienes luchaban en contra de la tiranía. Fue el último trabajo de Carole Lombard, fallecida el 16 de enero de 1942 (un mes antes de la premiere del filme en Nueva York) en un accidente aéreo cuando viajaba desde Nevada a California para promocionar bonos de guerra. Tras su fallecimiento se suprimió una frase del guión en cierto modo premonitoria en la que decía: “¿Qué puede pasar en un avión?”. El mítico Clark Gable, su marido por aquel entonces, desolado, se alistó en el ejército después de la tragedia.


Ser o no ser no ha perdido nada de su vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Fue una película audaz realizada en circunstancias políticas muy poco envidiables. Seguramente no tuvo la repercusión de los filmes bélicos de propaganda realizados en su época, pero al contrario de éstos, y junto a obras de la talla de la coetánea Casablanca (Michael Curtiz), mantiene intacta su frescura. No es una película fiel a la Historia, sino una fabulación de la realidad, acaso la expresión de un deseo personal (asistir al final del régimen nazi) concebido desde una confianza inquebrantable en la libertad humana.






¿SABÍAS QUE…


  • …En 1942 Hollywood produjo algunas películas de corte antifascista, entre las que destacan Ser o no ser, Casablanca (Michael Curtiz), Sabotaje (Alfred Hitchcock), Keeper of the Flame (George Cukor) y La señora Miniver (William Wyler), que ganaría el Oscar a la mejor película?
  • …Ernst Lubitsch rodó un episodio sobre Alemania en 1942 para la serie documental de Frank Capra Why We Fight (1942-1945), destinada a explicar al público las causas de la guerra, pero fue retirado de la misma por considerarlo poco adecuado para el espíritu del proyecto?
  •  …El Congreso de los Estados Unidos incluyó Ser o no ser en el “National Film Registry” en 1996 y fue considerado como un tesoro cultural norteamericano que debía ser protegido a toda costa?
  • …En 1983 Alan Johnson dirigió un remake titulado en España Soy o no soy, con Mel Brooks y Anne Bancroft al frente del reparto?
  • …Hasta 1960 no pudo ser exhibida en Alemania?
  • …En España estuvo prohibida su exhibición hasta 1970  (año de estreno en Barcelona), y únicamente pudo proyectarse en las restrictivas “Salas de Arte y Ensayo”?
  • …Que Billy Wilder dijo de Ernst Lubitsch: “Lubitsch era capaz de hacer más con una puerta cerrada de lo que la mayoría de los directores actuales son capaces de hacer con una bragueta abierta”?




miércoles, 29 de enero de 2014

Retorno hacia la Humanidad

Actualmente nuestra sociedad “occidental”, altamente tecnificada, se halla inmersa en una crisis de toda índole, como ha apuntado nuestro colega Agustín Cronopio en este blog, y donde se proponen algunas sugerencias para combatir dicha situación, tales como una vuelta a la sensibilidad y considerar al otro de la misma manera que nos gustaría ser considerado. Podríamos replantearnos, de este modo, si existe alguna fórmula magistral o algunos valores intrínsecos como seres humanos, cuestión difícil si tenemos en cuenta los prejuicios tanto culturales como personales en juego, que nos permitan establecer criterios objetivos a la hora de dirigir nuestra existencia, un tanto desubicada. 

Una mirada retrospectiva en la Historia tal vez nos haga, si no encontrar una respuesta plenamente satisfactoria, sí al menos esbozar una reflexión personal al respecto. Una rápida andadura hacia los orígenes de la evolución humana nos haría retroceder en el tiempo nada menos que unos diez millones de años, cuando una especie de mono arborícola se adaptó progresivamente a vivir en un suelo cada vez más desarbolado, experimentando cambios corporales que desembocarían progresivamente en la anatomía del hombre actual. 

Paisaje típico de la sabana africana

En este escenario, hallamos hace ya unos cuatro millones de años a los primeros antepasados de nuestra especie, las primeras formas de Australopitecus, con una posición totalmente bípeda, como respuesta a la necesidad de desplazarse en un medio ambiente cambiante, en el que se desarrolla una sabana arbolada salpicada por amplios espacios abiertos herbáceos. Como se deduce de sus rasgos anatómicos, como la longitud de sus brazos, todavía desarrollaban actividades en los árboles, bien en tareas de alimentación, o bien de protección y seguridad frente a los grandes depredadores. Esta postura erguida, junto al desarrollo de un pulgar oponible, favoreció que las manos quedasen libres y fuera posible la manipulación de objetos; también se produjeron otros cambios fisiológicos importantes, como le existencia de una infancia larga en el tiempo y la desaparición del celo en las hembras, ligado con toda probabilidad a la creación de grupos duraderos y estables entre ambos sexos. 


Huellas de homínidos en el yacimiento de Laetoli, Tanzania, conservadas en cenizas volcánicas y pertenecientes a tres individuos. Evidencia el bipedismo de los homínidos antiguos.

El segundo episodio en este proceso de hominización fue básicamente cultural, ya sin cambios anatómicos realmente significativos. Todos los primates son animales sociales; la diferencia entre los antepasados del hombre y los antepasados de los simios actuales radica en el grado de socialización. Los primeros homínidos comenzaron a desarrollar comportamientos de cooperación antes incluso que a fabricar utensilios. El traslado de la comida por parte de los individuos hacia los lugares de residencia donde era compartida con el resto del grupo es interpretada por algunos investigadores como un comportamiento clave en el origen de la humanidad.

Igualmente, otras nuevas adaptaciones sociales cruciales en el éxito adaptativo de los primeros homínidos fueron la enseñanza y la transmisión de los conocimientos adquiridos a los individuos más jóvenes, de modo que su supervivencia pasó a depender más de lo que se aprendía que del comportamiento instintivo en un medio ambiente hostil; y también la creación de lazos de apareamiento de larga duración entre las hembras y los machos, junto con la implicación de éstos últimos en el cuidado de las crías. 

Llegados a este punto, tenemos que exponer algunas consideraciones generales acerca de las más antiguas sociedades humanas. Por una lado, las interpretaciones de los procesos históricos dependen de la naturaleza de los datos arqueológicos que se usan. De la misma manera, las características de los métodos de datación existentes y el prolongado lapso de tiempo que nos ocupa determinan la inexistencia de una delimitación en épocas o edades. No existe tampoco documentación escrita y por tanto, el anonimato afecta a todos los individuos que vivieron en este periodo de tiempo. Asimismo, materiales muy perecederos pocas veces se conservan en los yacimientos paleolíticos, como la madera y el hueso, de ahí que en el registro arqueológico estén documentados casi exclusivamente los utensilios que han utilizado la piedra como materia prima, aunque sin lugar a dudas existieron herramientas elaboradas con materiales orgánicos. Por otro lado, al abordar este estadio inicial en la evolución humana, hay que considerar la gran distancia biológica entre las primeras formas de Australopitecos/Homo habilis y el hombre anatómicamente moderno (Homo sapiens), por lo que se puede plantear hasta qué punto es factible una aproximación al comportamiento de individuos de sociedades tan antiguas que seguramente no poseían los mismos atributos que los humanos actuales.

En consecuencia, estos rasgos de la Prehistoria han determinado la visión tradicional de los últimos 150 años de investigación, que ha asumido que la tecnología y, por tanto, la invención de utensilios constituye el rasgo distintivo del “ser humano”. Según este planteamiento, nuestro primer ancestro sería Homo habilis, “primer hacedor de herramientas” , que vivió en África del este y probablemente del sur hace unos 2,5 millones de años. Sus restos óseos se han encontrado junto a los primeros útiles de piedra, muy poco elaborados y con un escaso grado de especialización A partir de aqui, se define la periodización de la Prehistoria basada en estadios culturales definidos por sus atributos tecnológicos. 


Utensilios de piedra del yacimiento de Koobi Fora, Kenia, fechados en 2,5 millones de años.

En este esquema subyace la idea, ciertamente idealista y hasta con rescoldos creacionistas, de que existe un impulso natural, imparable, que guía la evolución en un sentido unilineal, de lo más simple a lo más complejo. Representa el triunfo del hombre frente a la naturaleza hostil. No obstante, recordemos, por ejemplo, como han sobrevivido hasta hoy día comunidades indígenas con una tecnología poco más avanzada que la de hace un millón de años, debido a que ésta satisface sus necesidades de subsistencia y no han requerido la creación de otros medios técnicos; la manipulación de objetos naturales o la elaboración de herramientas muy sencillas en las actividades de consumo diarias está presente también en animales, siendo el caso de los chimpancés el más conocido. 

El uso de útiles primitivos por chimpancés avala la opinión de habilidades similares entre los homínidos más antiguos.

El uso de útiles primitivos por chimpancés avala la opinión de habilidades similares entre los homínidos más antiguos. Resulta evidente, a la luz de lo expuesto anteriormente, que el avance social ha tenido mayor importancia que el tecnológico en el orígen del ser humano. En este proceso de socialización humana, se consolidó poco a poco el logro de lo aprendido sobre lo instintivo y se fue reafirmando el papel de lo colectivo sobre lo individual. Con ello, no pretendemos negar el impacto positivo de los logros técnicos y científicos en el bienestar material de la humanidad. Ni tampoco pretendemos elaborar una definición de la esencia del ser humano, en la que seguramente no habría consenso entre nosotros e incluso las discrepancias serían irreconciliables. La Historia nunca se repite ya que los procesos y los agentes sociales son diferentes. Solamente queremos expresar nuestro convencimiento de que, si volviésemos la vista atras unos cuanto millones de años, tal vez comprenderíamos que el esfuerzo común y la solidaridad entre todos los miembros de una comunidad, en contra del individualismo más atroz, podrían solucionar muchos, si no todos, los problemas de hambre, miseria y sufrimiento que muchos de nuestros congéneres lamentablemente padecen. 


Bibliografía consultada:

  • Foley, R. A. (Ed.): Hominid Evolution and Community Ecology. Prehistoric human adaptations in biological perspective, Academic Press, London, 1984. - How useful is the culture concept in early hominid studies?, The Origins of Human Behaviour (R. A. Foley, ed.), London, pp. 25-38, 1991. 
  • Ingold, T. : Society, nature and the concept of technology, Archaeological Review from Cambridge, 9, 1, pp. 5-17, 1990. 
  • Lovejoy, C. O. : The origin of Man, Science, 211, pp. 341-350, 1981. 
  • Potts, R. : Home bases and Early Hominids, American Scientist, 72, pp. 338-347, 1984. 
  • Querol, M. A. : De los primeros seres humanos, Editorial Síntesis, Madrid, 1991. 
  • Sabater Pi, J. : El chimpancé y los orígenes de la cultura, Anthropos, Barcelona, 1984. Wahburn, S. L. : La evolución de la especie humana, Invesigación y Ciencia, 26, pp. 128-138, 1978.